Rostros y Gentes

Sunday, April 30, 2006

Policarpa

Policarpa Salavarrieta











“Porque es que repelo tu cercanía

A que hueles en tus ideas y en tus voces
A que hueles humano, que mi aura te refuta…”

Una tarde mientras caminaba, se encontró Thyra con un anciano de barba abandonada, había llovido toda la noche anterior, y por el estado de la gabardina que llevaba el anciano, parecía que hubiera caminado toda la noche bajo la lluvia. Ella traía puesto el abrigo nuevo que le dejo su padre el industrial antes de marcharse, le pidió al anciano de la calle que si quería hacer truque por el de ella:
·       Dime anciano de buena estampa, quien es el dueño de las muertes inocentes
·       El viento no es testigo de mis palabras, dijo
·       Cómo?
·       La muerte es un arte, es teatral diría Sylvia, diría Andrés, diría Teresa
·       … y de mis amigos que murieron entre un camino de drogas y fantasías…
·       Tus amigos mi querida Thyra, dijo, fueron los amigos de la oscuridad lejos de la Unidad, no existen en realidad en los planos de este acá, o este ahora flexible…
·       Le quise interrumpir cantándole algo a gritos, pero me calle y solo dije: no creo que la muerte sea arte teatral…
·       Lo es para los suicidas, además, no existe tal cosa como las “muertes inocentes”, todo suicida es consciente del teatro artístico que desarrolla mientras planea su propia despedida, por eso la consideran un arte, una obra de teatro con muchas escenas.


Después de la caminata que acostumbraba hacer antes de ir a trabajar, llego Thyra a la tienda de la esquina de su casa, se detuvo un instante antes de entrar, miro al firmamento como buscando apoyo, y con ese caminado de bacana que tenia entro el Co-op, donde laboraba algunas horas a la semana. Era una especie de trabajo cooperativo que cumplía para obtener descuentos de la tienda de productos orgánicos. Le gustaba a Thyra los panes gruesos y pesados de tanto grano y semilla con que fueron amasados, el yeast, las nueces y otras cosas que le serian muy costosas sino les colaboraba voluntariamente algunas horas. Localizada sobre Alberta St. con la calle 14, en Portland, Oregón, la casa del sol naciente de la bella montaña Hood que brillaba a cada mañana con la invernal salida del sol. Estaba Thyra empeñada en adquirir el mejor precio que le pudiera sacar a sus alimentos en el Co-op en Alberta St., ya que su primario salario semanal, no le era suficiente para cubrir el monto del alquiler, la comida costosa que consumía, la gasolina que se tragaba el viejo Toyota, las salidas extras que hacía a los clubes y bares de Portland, además de salir a escalar el monte Hood. Trabajaba Thyra como escritora freelance para una revista de cultura urbana que imprimía ediciones semanales seudo intelectuales activistas, además de vender sus pinturitas en la feria del arte en Alberta St…

“No estoy lista para nada
no doy pasos importantes cuando salgo
solo camino siguiendo rutas repetitivas
que no van a ningún lugar fantástico.
Estoy como enjaulada
en un plano repetitivo que aburre si pienso en él
nadie me mira bien, puesto que no miro bien a nadie
todos me producen desconfianza
todos ellos llevan la marca en la frente
sus voces me molestan, sus canciones no entiendo
sus sonrisas no traen nada, no son niños, son viejos sucios y encorvados
no me interesa sus estrofas de sobre-vivencias
creo que son las cuotas que pagan en las facturas que le cobra la muerte.
No camino en sus lugares, soy lenta e impaciente a la estupidez
cumplo ciclos obligados en mi naturaleza inerte.
Desde afuera en el espacio con otras dimensiones,
me miran los hermanos mayores y están tristes
se preguntan… me pregunto: si llegare al final del camino?
Pasa la Vía Láctea a cada segundo lentamente y muy paciente
como ofreciéndome ejemplos de atención a mi crecimiento lunar.
Soy árbol y soy flor, aquí estoy
pero de verdad: no se qué hago en este planeta
o, si se, pero no sé porque debo hacerlo,
cuando deberían existir escenas de vidas más agradables
alrededor de mis pasos cuando hago caminos…
Camino las calles de las ciudades cosmopolitas
con una mueca en mis labios,
porque no encuentro agradable el olor a muerto que llevan.
Además cada pocas cuadras, me encuentro a alguien
que está dormido, tirado sobre el andén
con unos periódicos que le cubren del frio de la gente.
No entiendo eso, no entiendo los olores de los humanos
no entiendo nada, y no me sirve de escusa
para dejar esta vida en forma suicida
por eso me toca cargarla en una mochila transparente
como si fuera lo mejor que pudiera hacer con mi existencia,
aunque, sigo siendo árbol, y flor también.”




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