Rostros y Gentes

Thursday, April 27, 2006

Los Abuelos en 1915




Al  otro día la niña Elisa amaneció enferma, gravísima del estomago, doña Hermilda corría como gallina apresurada por toda la casa despertando a todo el mundo...
“rápido a empacar todas que nos vamos para la casa... rápido despierten... todos”...         
...en Manizales había comprado una casa grande don Carlos en el parque de Los Fundadores, era de color rojo, alta, de un piso, y el techo en teja... las que empacaban su maletín de viaje eran Elena, Matilde, Lucia, Elisa y Lucrecia... de los varones que viajarían a Manizales con ellas estaban Álvaro, José y Ángel... Lucia era la única que no había despertado del todo, refunfuñaba desde la cama entre dormida y despierta... “ eééé, porque no dejan la bullaranga no se puede dormir”... repentinamente volvió a escuchar la voz de su mama y recordó inmediatamente la escena en el camino hacia La Elvira del otro día, y de un brinco se incorporo en la cama... empezó a caminar en círculos entre la cama y el corredor de la casa, afuera el sol matutino ya destilaba rayos de luz a través de la cordillera caldénse... Lucia seguía escuchando las voces de sus hermanas, unas se preguntaban en qué seria lo que le podía pasar a Elisa si ayer estaba bien... Lucia ensimismada en sus propios pensamientos de culpa, pensaba que era la culpable... “¿Será que Elisa se va a morir?"... –pensaba... es toda mi culpa por mentir ayer a mi papá...  ¿cierto, cierto?”... seguía caminando... salto sobre su cama Lucrecia mirándola con ojos de mil preguntas... Lucia apenas la miro, en eso doña Hermilda les recordaba que se iban para Manizales que se apuraran que tenían que empacar... las muchachas del servicio corrían por todos lados ayudándole a las niñas... luego de una eternidad -para doña Hermilda, estaban todas vestidas y arregladas al final del corredor de la casa de arriba, y con sus maletas de cuero fino a sus lados, las mujeres usando vestidos largos blancos pavonados con faldas glamorosas y llenos de bordados en los pliegues de las faldas, sombreros de plumas unas y otros tipos de sombreros de esos que usaban las abuelas en los años 20’,detrás de ellas los baúles de ropa que trajeron... todas esperaban, a sus lados las muchas de servicio también estaban listas arregladas, ellas viajaban con las niñas siempre... mientras don Carlos daba ordenes al negro Zapata sobre la recogida del café de la otra semana y los peones se empujaban unos a otros entre diferentes funciones mientras ensillaban los caballos... era un sábado, habían llegado el día anterior y don Carlos no iría a Manizales, ellas viajarían solas con doña Hermilda, don Carlos tenia que presentarse en la Alcaldía de Belén de Umbría el lunes temprano a encontrarse con el Señor Santamaría y además para aclarar unos asuntos de café con Jesús Montoya en la Agencia de Café que este manejaba.
           
            Las mujeres montaron en sus caballos, la escena era maravillosa... cuatro de las cinco hijas con sus pelos brillantes al aire mientras los caballos al galope lento cuesta arriba, el sol reblandecía y se encargaba de darle el tono de película color sepia a la escena. A Elisa la llevaban recostada sobre una camilla provisional tipo carretilla halada por un peón a caballo y otros dos peones atrás sosteniendo la camita provisional... el negro Zapata iba al frente de esta procesión corriendo, como asegurándose de que todos los detalles del viaje estuvieran funcionando bien y en la parte posterior las mulas halaban la carretilla que llevaba los baúles de ropa y a las muchachas que les servían.  Doña Hermilda  iba al frente de la cabalgata... sentada en su corcel negro, una yegua fina española que Jesús Montoya le había ayudado a conseguir a don Carlos el año pasado durante las ferias decembrinas en Belén de Umbría. Se llamaba “martica”, doña Hermilda le había puesto ese nombre en recuerdo de otra yegua que había tenido en el pasado y que había muerto por allá en las alturas de “El Gólgota” acarreando madera en sus últimos días. Varias de las mujeres Vélez tenían por costumbre seguir dándole el mismo nombre a sus animales y bestias cuando ellos eran suplantados por otro en su ausencia.



            Cuarenta y cinco minutos mas tarde llegaron a la carretera que iba a Belén de Umbría, allá les esperaba Jesús Montoya y Gabriela que tenían un bus en los que todos irían hacia Manizales, Gabriela le había pedido a Jesús que quería estar con su mama y hermanas en Manizales durante la delicadeza de su hermana Elisa, a esto no se había opuesto don Jesús Montoya, además la otra semana estaría bastante ocupado arreglando unos asuntos de suma importancia con don Carlos.


Mi abuelo cambió la Finca de Bélgica por tres fincas cafeteras y El Gólgota que era una finca en las altas cumbres de la cordillera que producía maderas finas de donde don Carlos saco material para construir la imponente y hermosa casa esquinera color verde de Anserma que aun hoy en día conserva la misma majestuosidad...  en esta casa habían nacido todos los hijos de Don Carlos y doña Hermilda, increíblemente esta casa la había entregado mi abuelo también como parte de pago en el negocio para hacerse a la hacienda de Bélgica. Vivieron en Bélgica 2 años largos antes de comprar casa en Manizales, habían pensado instalarse en Bélgica solo por un año... fue una decisión que don Carlos, mi abuelo toma aquella noche de lluvia a finales de eso del año de 1939 en Anserma, cuando llamo a todos sus hijos a reunirse en la larga mesa de madera del comedor para informarles sobre la decisión que iría a tomar al otro día al negociar la hacienda cafetera de “Bélgica”... decidieron que vivirían solo un año hasta que se repusiera económicamente, pero como la había adquirido en compañía de los Salazares, el quería pagarles la parte de ellos con el producido de Bélgica... le tomo mas de un año hasta que económicamente pudiera cancelarle a sus socios y además para poder tener fondos para adquirir una casa en Manizales donde se irían a vivir mas tarde. A todos les gusto bastante el vivir en Bélgica... además la situación económica de la familia Vélez estaba apretada después de la transacción y tenían que estar en Bélgica hasta que pudiera con el producido del café, el ganado y la panela pagar la deuda y sostenerse sola... solo Elena se queda interna en Anserma en el colegio del Sagrado Corazón de Jesús de las monjas Betlehemitas para terminar el bachillerato en comercio. Solo ella  termina estudios. En Bélgica se molía caña diario para hacer panela. El ganado producía leche y carne y el café era la principal fuente de ingreso. Habían también un gallinero, patos y piscos y algunas gallinas sueltas por la parte de atrás de la casa... mulas, caballos, gatos y perros. Había dos padrones, uno era “Felipillo” de don Carlos y varias yeguas, Luis Carlos era el encargado de que el establo marchara correctamente. Existía un lugar que le decían la playita, era una manga suave y grande donde iban muchas veces a jugar los niños y  don Carlos y doña Hermilda a caminar y a sentarsen a ver el paisaje. Antes de la playita para llegar a ella había que pasar cerca de una inmensa plantación de guaduales, que daban cara a la pesebrera. Al frente de la casa a mano izquierda quedaba un jardín de flores que Alfonso cuidaba un poco, y a la derecha una arboleda grande con árboles de mango, zapote, naranjos, un aguacate, papayas, cítricos, ciruelos, guamas, árbol del pan, un bosque de mango macho y los platanales. Al frente de la arboleda había una cerca que no dejaba que el ganado pasara a este lado de la finca. Arriba de las casas  yendo hacia la carretera quedaba una casa de intercambio donde Jesús Montoya guardaba mercancía y café, que se llamaba “La Elvira”,  punto de cambio de bestias cuando llegaba la familia para ir o venir del pueblo. En la casa secundaria, la que llamaban “la casa de abajo”, o sea la casa enseguida de la casa principal, estaba la maquinaria... se encontraba un trapiche, la planta eléctrica, pailas, moldes, la pelton. De los cafetales llegaba el “rumbon” al sótano de la casa principal que fue un sistema de canales que caían desde la cordillera hasta la parte baja de la casa principal transportando el café, este diseño y como el del acueducto y los canales de transporte de agua en madera desde el tanque de agua hasta la rueda de pelton y a la planta eléctrica habían sido diseñados por la mente activa de don Carlos... también se encontraban en el proceso de café, los recolectores, las tolvas de secado y lavado, las despulpadoras, el tambor de secado, la Guardiola, los silos de intercambio, las camillas de secado manual, las correas de transporte, etc. El gallinero producía huevos y carne. había un laguito cerca de la casa donde bañaban los patos, cerca de un árbol donde se sentaban a veces las mujeres a leer.






En la mañana del otro día después de que se fue la comitiva con Hermilda hacia Manizales, don Carlos salió con Jesús Zapata hasta la Elvira para verse con Jesús Montoya... el sol alumbraba en el horizonte matutino con ganas de romper las ganas de llover que tenían las nubes... las aves cantaban en su acostumbrado quehacer de buscar comida y alimentar poyuelos todo el día... las gallinas se escuchaban cacarear a la distancia...  se preparaba a salir en su caballo padrón “Felipillo” -un imponente caballo árabe  semental de la hacienda, que don Carlos había adquirido junto con la negociación de Bélgica, la pesebrera se encontraba ese día llena, la familia se había ido para Manizales y toda la caballeriza estaba en concierto de relinches... los peones alimentaban las bestias a esa hora de la mañana... don Carlos se monto en Felipillo de un solo tiro, su experiencia de los años como jinete mientras trabajo con los Salazares, lo había vuelto un experto y esperaba que todos sus hijos lo fueran también. Les había conseguido en Manizales a las mujeres unos uniformes de montar que se distinguía por su pantalón bombacho, que usaban ellas para eventos especiales de ferias en Belén de Umbría o para cuando salían las mayores a cabalgar con las hijas de los Santamaría, las Arango, las Branch y las Velásquez. – Jesús Montoya ya lo estaba esperando listo y ensillado en La Elvira, él conocía el genio del suegro en como se encendía si alguien le llegaba tarde a sus citas, don Carlos cómo un caballero que se respetaba era muy puntual y correcto en sus citas y negocios. Aquella mañana la sonrisa de Jesús Montoya era amplia, él atendía muy bien a don Carlos su suegro... a veces jugaba parques con él, doña Hermilda y Gabriela su esposa. Él representaba a la American Coffe Corporation en Colombia y sabia que aquella mañana podría hacerse a la multi-productora de  café más grande de todo el país para beneficio de su agencia de café en Belén de Umbría... se dieron la mano y mi abuelo se veía un poco cansado, su mirada estaba perdida en el horizonte mientras cabalgaban hacia el pueblo, ese día no había querido ir al pueblo en el jeep de la agencia cafetera, quería percibir el aire de la mañana, sentirlo en sus pulmones para aligerar los pensamientos que le entristecían la mente. La semana pasada Ángel su hijo, había sacado de la hacienda a Eduardo su hijo mayor... nunca se pudieron entender los hombres que trabajaban en la hacienda con Eduardo el hijo mayor de su primer matrimonio con Genoveva García... no pudo hacer que su hijos se entendieran entre ellos para poder manejar la hacienda y poder repartirles y dejarles una buena herencia... luego de una larga cabalgata entre silencios y abrumadores pensamientos, llegaron al café de la esquina en la plaza de Belén de Umbría donde siempre se sentaban a hablar de negocios, mientras la música de los derredores les llegaban levemente, la señora algo trasnochada pero bien pintada la cara les traía café... don Carlos fue muy amable, le pidió un tinto, tomaron tinto mientras hablaban de Manizales y de cómo se pudo haber enfermado así de repente Elisa... luego don Carlos mostró en su mirada un cansancio senil... tenia que salir de su hacienda que tanto amaba, producto del trabajo de toda su vida y esfuerzo... ya había tratado de venderla pero por el tamaño y el costo representativo, no aparecía fácilmente comprador...

-“ Vos me das lo que podas Jesús y el resto del valor lo acordamos a 20 años... medito un momento... ¿te parece bien?”

-“Estoy de acuerdo don Carlos... yo quisiera... como le digo... que no dejaran de ir a la casa de Bélgica del todo, usted y toda su familia son bienvenidos y pueden seguir viniendo a ella cuando les plazca, yo tengo casa acá en Belén  con Gabi, Uds. pueden usar la casa como han venido haciéndolo... ¿me comprende don Carlos?“...  el abuelo no dijo nada al principio, era muy amable Jesús de su parte, el siempre había sido una gran persona... pero para el abuelo, los planes cuando compro a Bélgica, era poder dejarle una buena herencia a sus hijos y sobre todo a los hombres que tuvieran una fuente de trabajo... solo un... “gracias” frió le salió del alma cuando termino de cavilar.


-                    toda la vida el buen corazón de don Carlos se había demostrado cuando invitaba en las navidades a los ancianos pobres de la ciudad en Anserma para compartir la cena con buñuelos y natilla, lo mismo de la forma amplia como quería y trataba a sus empleados y agregados que vivían en la finca... recuerdo que me contaron que tenia una costumbre en Bélgica que era de cobrarle a los transeúntes caballistas y mulas que querían acortar camino para ir al pueblo a través de la hacienda, una tarifa pequeña no costosa y usaba este peaje para obras de caridad o para el corazón de Jesús... pero esto no le podía restar a su carácter severo... con sus hijos cuando se refería al trabajo en la hacienda, aunque tenia una debilidad por su hijo Eduardo que quería muchísimo y compartía mucho con sus hijas Inés y Amanda del primer matrimonio con doña Genoveva.

Esta diferencia no le ayudo a lograr una armonía entre los hijos de los dos matrimonios... además la forma de ser de sus hijos mayores, tan independiente y tan alejados los unos de los otros, no ayudaba a crear una unión... estos quedaron muy resentidos en una forma u otra, cuando se negocio Bélgica, parecía que tenían una gran esperanza en que ésta iría a ser su forma de sustento y trabajo en el futuro... Alfonso, Luis Carlos y Ángel... fueron los que mas tiempo y sudor le entregaron a su padre en las labores de la hacienda.

Cuando Bélgica cambio de manos, Alfonso se fue a trabajar en Armenia a una finca de un amigo... Jesús Montoya después de aprovecharla, le ofreció compra “el ciego” Gómez Arrubla de Manizales y le pago el doble de lo que le costo, así le pudo pagar a Don Carlos inmediatamente lo adeudado. El ciego tenia otros planes en la hacienda; siendo este señor un jugador, mujeriego y tomador -decían, además de ciego se había educado en los Estados Unidos. Atendía sus negocios desde las 7am... tardo en recorrer Bélgica 8 días a caballo antes de comprarla... pero como tenia otros planes, fuera de haber matado los perros que había en la finca, dicen que los colgó de un árbol y zaz, les cortaba la cabeza. Él aseguro la maquinaria y para poder cobrar el valor del seguro, dicen que le prendió candela. Y se fue a su finca “Villa Maria”, la casa de Bélgica se salvo del incendio. La compañía de seguros realizo las investigaciones respectivas y cuando descubrió que el fuego fue inducido, le iban a dar boleta de captura para encarcelarlo... el ciego al darse cuenta que lo iban a encarcelar, en una borrachera se pego un tiro.
El negro Zapata se quedo trabajando en Bélgica cuando la adquirió el ciego Gómez, de él se conoce las cosas tristes que pasaron... iba a veces a Manizales y les contaba a las niñas Vélez lo que sucedía en la hacienda... fue una noche de lluvia en Manizales cuando llego el negro Zapata a tocar en la puerta de la casa de don Carlos, lo hicieron pasar y se sentaron en una mesa redonda grande, todos alrededor de ella... solo lloraban la mujeres de las maldades hechas a la casa de Bélgica y la hacienda en general. Esa noche se le vio a don Carlos llorar.



Para irse a Manizales, fue un camión hasta la Elvira para recoger las cosas, ellos trataban de llevarse en una ultima mirada todas las anécdotas, recuerdos y experiencias que habían vivido, las muchachas del servicio no pararon de llorar todo el día... se despedían de las esposas de los agregados, el futuro de los que quedaban trabajando en Bélgica era incierto,  mi abuelo con sus hijas se iría para Manizales...  luego vino Manrique... Boston...






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